Había una vez un hombre llamado Pedro que vivía cerca del lago de Galilea. Pedro era pescador y amaba pasar sus días en su pequeño bote, lanzando sus redes al agua en busca de peces. Era un trabajo duro, pero Pedro lo hacía con alegría, porque era lo que mejor sabía hacer.
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Un día, Pedro y sus amigos estaban en el lago, lanzando sus redes una y otra vez, pero no estaban teniendo suerte. Habían estado pescando durante toda la noche y no habían atrapado ni un solo pez. Estaban cansados y desanimados.
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En la orilla del lago, un hombre llamado Jesús estaba hablando a la multitud que se había reunido para escucharlo. La multitud estaba tan cerca del agua que Jesús subió al bote de Pedro y le pidió que lo llevara un poco más lejos del lago para que todos pudieran escucharlo mejor.
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Pedro accedió y llevó a Jesús un poco más lejos. Mientras Jesús hablaba a la multitud, Pedro estaba atento a sus palabras, pero también pensaba en su mala suerte en la pesca esa noche.
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Cuando Jesús terminó de hablar, miró a Pedro y le dijo: "Echa las redes al agua y pesca". Pedro se sintió un poco sorprendido, ya que habían estado pescando toda la noche sin éxito, pero decidió hacer lo que Jesús le había dicho.
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Pedro y sus amigos lanzaron las redes al agua una vez más, y de repente, algo asombroso sucedió. Las redes se llenaron de peces, tantos que parecían a punto de romperse. Pedro y sus amigos estaban emocionados y sorprendidos. Habían atrapado más peces de los que habían visto en toda su vida.
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Pedro miró a Jesús con asombro y se dio cuenta de que este era un milagro. Cayó de rodillas ante Jesús y le dijo: "¡Apártate de mí, Señor, porque soy un hombre pecador!" Pedro se sintió humilde y abrumado por la presencia de Jesús y el milagro que había presenciado.
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Jesús sonrió y le dijo a Pedro: "No temas, desde ahora serás pescador de hombres". Jesús estaba invitando a Pedro y sus amigos a unirse a él en su misión de enseñar a la gente sobre el amor y el Reino de Dios.
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Pedro y sus amigos dejaron todo atrás y siguieron a Jesús. Dejaron sus redes y sus botes y se convirtieron en discípulos de Jesús, aprendiendo de él y compartiendo su mensaje de amor y esperanza con otros.
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