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Drago tenía una imaginación sin límites, y sus sueños eran tan vívidos que podía verlos con los ojos abiertos. Soñaba con castillos flotantes, unicornios que bailaban en el aire y campos llenos de flores que brillaban en la oscuridad. Pero lo que más le gustaba soñar era con aventuras llenas de amistad y bondad.
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A pesar de que Drago tenía escamas de un hermoso color azul, lo más extraordinario de él eran sus ojos. Sus ojos brillaban con la luz de mil estrellas y reflejaban todos los colores del arcoíris. Cuando Drago contaba sus sueños a los demás dragones, estos quedaban asombrados por la belleza de sus visiones.
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Sin embargo, los demás dragones no entendían por qué Drago prefería soñar en lugar de ser un dragón temible como ellos. Le decían: "Drago, deberías estar practicando tus rugidos y lanzando fuego como un verdadero dragón. Esa es la forma en que debes ser." Pero Drago simplemente sonreía y continuaba soñando.
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Un día, mientras estaba soñando despierto junto al roble, un grupo de niños del reino se acercó a él. Los niños habían escuchado hablar de las maravillosas visiones de Drago y querían escuchar sus historias. Drago comenzó a contarles sobre sus sueños, sobre los unicornios, los castillos y las aventuras llenas de amistad y bondad.
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Los niños quedaron encantados con las historias de Drago y comenzaron a visitarlo regularmente. Jugaron juntos, compartieron risas y escucharon sus sueños. Drago se dio cuenta de que sus sueños no solo le traían alegría a él, sino que también podían inspirar a otros a soñar y a creer en la magia de la imaginación.
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A medida que pasaba el tiempo, Drago y los niños se volvieron inseparables. Juntos, crearon sus propias aventuras mágicas, explorando el reino y compartiendo momentos especiales. Los demás dragones finalmente entendieron que ser diferente no significaba ser menos valioso.
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Y así, Drago el dragón soñador demostró que los sueños y la imaginación podían ser tan poderosos como el rugido de un dragón o el fuego que lanzaba. Inspiró a todos a abrazar su propia singularidad y a recordar que la magia y la amistad pueden encontrarse en los lugares más inesperados, incluso en el corazón de un soñador. Desde entonces, el reino se llenó de alegría, color y aventuras, gracias a las historias y los sueños de Drago.
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