Un conejito curioso llamado Nico. Que vivía en una madriguera acogedora cerca del borde del bosque y pasaba sus días explorando y jugando con sus amigos animales. Pero lo que más le fascinaba a Nico era la luna. Todas las noches, se sentaba en la entrada de su madriguera y miraba fijamente el cielo para ver la luna brillar en lo alto.
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La luna le parecía misteriosa y hermosa. Nico imaginaba que la luna era su amiga, y a menudo le hablaba en voz baja antes de dormir. Le contaba sus secretos y deseos más profundos, y esperaba que la luna le escuchara desde el cielo nocturno.
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Una noche, mientras Nico miraba a la luna, notó que estaba más brillante que nunca. Parecía que la luna lo llamaba, y Nico sintió una irresistible necesidad de seguirla. Sin pensarlo dos veces, decidió emprender un viaje hacia la luna.
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En su aventura, Nico buscó la ayuda de sus amigos. El zorro le dio un consejo sabio: "Para llegar a la luna, debes buscar el camino de las estrellas. Síguelas y te llevarán a donde quieres ir." Agradecido, Nico se embarcó en su viaje, siguiendo las estrellas como guía.
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Nico pasó por ríos y bosques oscuros, subió montañas y cruzó prados, siempre siguiendo el camino de las estrellas. En el camino, conoció a nuevos amigos como el búho que le enseñó a navegar por la noche y el zorro que le contó historias sobre las estrellas.
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Finalmente, después de muchas noches de viaje, Nico llegó a un hermoso lago rodeado de lirios luminosos. Allí, en el reflejo del agua, vio a la luna más cerca que nunca. La luna le habló en una voz suave y cálida: "Querido Nico, has viajado lejos para encontrarme. Estoy feliz de verte aquí."
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Nico le contó a la luna sobre su deseo de estar más cerca de ella y su admiración por su luz. La luna sonrió y respondió: "Tus sueños y tu valentía te han traído hasta aquí. Para estar más cerca de mí, debes mostrar lo que has aprendido en tu viaje."
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Nico entendió el mensaje de la luna. Regresó a su hogar en el bosque y compartió sus historias y conocimientos con sus amigos. Les enseñó a apreciar la belleza de la naturaleza y la importancia de seguir sus sueños.
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Con el tiempo, Nico se dio cuenta de que la luna siempre estaría en el cielo, pero lo que importaba era la conexión que tenía con ella y con sus amigos. Cada noche, al mirar la luna desde su madriguera, sabía que su amiga en el cielo lo escuchaba.
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Y así, el conejito Nico vivió una emocionante aventura para encontrarse con su amiga la luna, pero también aprendió que lo más importante estaba en el viaje en sí y en compartir su amor por la naturaleza y la amistad con los demás animales del bosque. Desde entonces, el bosque se llenó de historias, risas y el brillo de la amistad bajo la luz de la luna.
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