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Aurora vivía en un pequeño rincón del bosque, en una casita encantada que estaba hecha de hojas doradas y pétalos de flores. Su cabello era del color de los rayos dorados del sol, y sus ojos brillaban como estrellas. Siempre vestía con vestidos de colores vivos y llevaba una varita mágica adornada con cristales brillantes.
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Cada noche, cuando el mundo estaba sumido en la oscuridad y las estrellas llenaban el cielo, Aurora salía de su casita con su varita mágica y volaba por el reino en busca de los sueños de las personas. Escuchaba atentamente las risas de los niños, los deseos de los ancianos y los anhelos de los corazones enamorados.
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Un día, mientras volaba por el reino, Aurora escuchó un suspiro triste proveniente de un pequeño pueblo. Se dirigió hacia allí y encontró a un niño llamado Lucas sentado en un banco, con la mirada perdida en el suelo.
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"¿Qué te preocupa, querido Lucas?" preguntó Aurora con una sonrisa.
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Lucas levantó la mirada y sus ojos se llenaron de asombro al ver al hada. Contó a Aurora que había tenido un sueño muy triste la noche anterior, en el que había perdido a su querido perro Max. Max había desaparecido hace un tiempo, y Lucas lo extrañaba con todo su corazón.
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Aurora, conmovida por la tristeza de Lucas, le prometió que haría todo lo posible para ayudarlo a encontrar a Max. Con un giro de su varita mágica, creó un camino de estrellas brillantes que guiaba a Lucas a través del bosque.
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Juntos, Lucas y Aurora siguieron el camino de estrellas hasta llegar a un claro en el bosque, donde encontraron a Max, sano y salvo. Lucas abrazó a su perro con alegría y agradeció a Aurora por hacer realidad su sueño.
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Desde ese día, Lucas y Aurora se hicieron amigos inseparables. Lucas visitaba a Aurora en su casita encantada, y ella lo enseñaba sobre la magia de los sueños felices y la importancia de la bondad en el corazón. Juntos, compartieron muchas aventuras y alegrías en el reino mágico.
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Aurora continuó haciendo realidad los sueños felices de las personas en el reino, llenando sus vidas de alegría y esperanza. Y aunque su varita mágica tenía un poder especial, el mayor regalo que Aurora daba a los demás era su amistad y su amor incondicional.
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Así, en el reino mágico donde los sueños se volvían realidad, el hada de los sueños felices vivió felizmente, recordándoles a todos que, con un corazón puro y bondadoso, cualquier sueño podía hacerse realidad y que la amistad y el amor eran los tesoros más valiosos de todos.
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