39 El patito y la luna de plata

Había una vez un pequeño patito llamado Ducky que vivía en un hermoso lago rodeado de juncos y nenúfares. Ducky era un patito muy curioso y soñador, siempre mirando al cielo y preguntándose sobre las estrellas, la luna y los misterios del universo. Pero lo que más le intrigaba era la luna.
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Cada noche, Ducky salía al borde del lago y miraba con admiración la luna plateada que se reflejaba en el agua. Soñaba con alcanzarla y tocar su brillante superficie. Sus amigos, los patitos y las ranas del lago, solían reírse de él, diciendo que la luna estaba demasiado lejos y que era solo un sueño.
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Pero Ducky no se rendía. Cada noche, nadaba hacia la luna reflejada en el agua, intentando atraparla con su pico. Por supuesto, la luna siempre se alejaba un poco más, pero eso no detenía a Ducky. Estaba decidido a alcanzarla.
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Una noche, mientras nadaba hacia la luna en el lago, Ducky notó algo extraño. La luna en el agua comenzó a moverse, como si estuviera viva. Ducky se sumergió y siguió nadando, persiguiendo la luna en el agua mientras esta se alejaba.
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Finalmente, llegó a un rincón del lago que nunca antes había explorado. Allí encontró una pequeña isla con un árbol alto en su centro. En la rama más alta del árbol, brillaba una luna plateada, idéntica a la que Ducky había estado persiguiendo.
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Ducky subió al árbol con emoción y se acercó a la luna de plata. Para su sorpresa, la luna no era una luna en absoluto, sino una mariposa mágica con alas plateadas. La mariposa sonrió y le dijo a Ducky que ella era la guardiana de la luna en el lago y que había estado observándolo durante mucho tiempo.
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La mariposa, cuyo nombre era Luna, le explicó a Ducky que no podía alcanzar la luna en el cielo porque era demasiado lejana, pero que la luna en el agua era una ilusión que ella había creado para jugar con él. Ducky se rió y le agradeció a Luna por enseñarle una lección importante: que a veces, lo que buscamos está más cerca de lo que pensamos.
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A partir de ese día, Ducky y Luna se hicieron amigos inseparables. Juntos, exploraron el bosque, volaron por el cielo y, por supuesto, nadaron en el lago mientras la luna de plata brillaba en el agua. Ducky ya no perseguía la luna en el lago, porque había encontrado algo mucho más valioso: una amistad mágica que iluminaba su vida.
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Y así, Ducky y Luna vivieron muchas aventuras juntos, siempre recordando que las cosas más especiales a veces están justo a nuestro lado, esperando ser descubiertas por un corazón curioso y valiente.

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Cristiano Lector

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