Había una vez, en un lugar donde el tiempo no existía y la oscuridad cubría todo, un Ser supremo llamado Dios. Dios era un ser lleno de amor y poder, y un día decidió crear algo maravilloso: el mundo y todo lo que habita en él.
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En el principio, no había nada más que un vasto océano de aguas oscuras y sin forma. Pero Dios, con su voz poderosa, dijo: "Que haya luz", y en un abrir y cerrar de ojos, apareció la luz. Dios vio que la luz era buena, y la llamó "día", mientras que a la oscuridad la llamó "noche". Así, comenzó a crear el ciclo del día y la noche.
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Luego, Dios separó las aguas del cielo de las aguas de la Tierra, creando un espacio llamado "cielo". Y en la Tierra, formó la tierra seca y los océanos. Dios hizo que la tierra produjera plantas, árboles y flores de colores brillantes. Cada uno era único y especial.
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Dios continuó su creación, llenando el cielo de aves que volaban con gracia y los océanos de peces que nadaban en sus profundidades. En la tierra, creó a los animales, grandes y pequeños, que se movían y jugaban en la belleza de su creación.
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Pero Dios sabía que su obra más especial aún estaba por venir. Dios tomó un poco de polvo de la tierra y con gran cuidado, formó un ser a su imagen y semejanza. Luego, Dios sopló su aliento en la figura de barro, y esta figura cobró vida. Era un ser humano, el primero de su tipo. Dios llamó a este ser humano "Adán".
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Adán estaba solo en el hermoso jardín que Dios había creado, llamado Edén. Sin embargo, Dios vio que no era bueno que Adán estuviera solo, así que tomó una de las costillas de Adán y creó a su compañera, a quien llamó "Eva". Adán y Eva se amaban y cuidaban mutuamente, viviendo en armonía en el jardín.
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Dios les dio a Adán y Eva la responsabilidad de cuidar de la Tierra y de todos los seres vivos. Les dio un mundo lleno de belleza y vida, y les dijo que podían disfrutar de todo lo que habían creado, excepto de un árbol en particular, el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.
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Sin embargo, la serpiente, astuta y engañosa, tentó a Eva a comer del fruto del árbol prohibido. Eva, influenciada por la serpiente, tomó un bocado y luego ofreció a Adán. Como resultado, perdieron su inocencia y conocieron el bien y el mal.
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Dios, en su amor y misericordia, los perdonó, pero les enseñó sobre las consecuencias de sus acciones. A pesar de su error, Dios continuó cuidando de ellos y de toda su creación, recordándoles que siempre podían volver a su amor y guía.
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Y así, en el principio, Dios creó el mundo y todo lo que en él existe, incluyendo a los seres humanos, con amor y cuidado. La historia de la creación nos enseña que debemos cuidar y preservar este hermoso regalo que Dios nos ha dado, mostrando amor y gratitud por toda la vida en la Tierra.
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